miércoles, 18 de marzo de 2009

LOS NIÑOS Y LA LECTURA | Todo Para Peques

Es común en nuestros días oír decir que a los chicos no les interesa la lectura. Además surge la escuela como la única responsable de esta falencia y falta de interés. El grupo (1998) que integra el Club de Narradores de Cuentos Infantiles del Departamento de la Mediana y Tercera Edad de la Facultad de Ciencias de la Educación, que narra cuentos en las Escuelas Primarias de nuestro medio, ha reflexionado sobre este tema que preocupa tanto a la familia como a la escuela y a la sociedad. El grupo de narradores, a través de la consulta bibliográfica y del contacto con los niños durante cuatro años, ha elaborado una serie de sugerencias que la familia podrá poner en práctica para colaborar con la escuela en esta importante tarea.

¿Qué significa leer?
"Leer es comunicarse con otro (el autor) y soñar, imaginar, entretener, aprender, conocer... La sola capacitación para leer (habilidad para decodificar), no crea lectores y como no nacemos lectores, es necesario conocer estrategias para acercar al libro" (Ester Jacob).
Formar lectores es muy distinto de enseñar a leer. Para ayudar al niño a tener ganas de leer y mantener el interés por los libros y la lectura, es imprescindible que padres y maestros estén estimulados. No puede transmitirse algo que no se siente.

¿Qué lugar ocupa la familia en el desarrollo del niño?
La lectura comienza antes del aprendizaje formal. El niño desde pequeño lee imágenes, láminas, carteles, propagandas. Además extrae significaciones de ellas y le sirven para hablar e inventar historias. Esta etapa en el desarrollo del niño es fundamental. Todo lo que adquiera a través de los miembros de su familia serán beneficiosos en el momento de aprendizaje de la lectura. La lectura, según Smith F., se inicia con una entrada gráfica, los ojos recogen las marcas impresas y las envían al cerebro para que éste lo procese. Ese procesamiento sólo es posible por los conocimientos y experiencias contenidos en la memoria del lector. Gracias a ello el cerebro puede tomar decisiones respecto de la información visual y construir un significado para el texto en cuestión. El aprovechamiento dependerá de las vivencias y estímulos que posea el niño.

¿Por qué los chicos no leen?
El niño toma contacto con los libros y los cuentos desde pequeño. Está ansioso por aprender a leer para poder decodificar él mismo las historias que sus familiares le han contado o leído. Hasta el ingreso a la escuela, el niño persigue a los integrantes de la familia para que le lean o le cuenten historias. El libro es uno de sus juguetes preferidos. A los seis años ingresa en la escuela donde después de una ardua tarea aprende finalmente a leer. Aquí es donde la familia debe prestar su mayor apoyo. La lectura en esta etapa no resulta placentera para el niño. Es más, le cuesta, se equivoca y no alcanza a comprender lo que lee. Por eso insistimos en que la familia debe continuar acompañando al niño con la lectura compartida de los temas que le interesan , con la narración de cuentos y con el fomento de la expresión oral. Este será el mejor incentivo para perfeccionar la lectura.
La escuela es la encargada de enseñar a leer con el objetivo de emplear la lectura para el aprendizaje. Además es el lugar donde se imparten los conocimientos. Por lo tanto, el niño relaciona la lectura escolar con la obligatoriedad. Es muy difícil que la obligatoriedad lleve a la adquisición del hábito de la lectura. Generalmente la obligatoriedad genera rechazo. En este momento la lectura se ha convertido en un fastidio para el niño y cualquier intento de revertir esta situación resultará vano. El niño no comprende para qué le servirá en el futuro saber leer. Le interesa hoy, leer algo interesante, algo que lo distraiga, que lo haga soñar, imaginar.
El lector se forma y para ello es necesario el trabajo en conjunto de la familia con la escuela. La familia irá acompañando los logros e incentivando el placer por la lectura. Una vez adquirido el hábito y la necesidad de contacto con los libros, el niño alternará sus lecturas entre lo obligatorio y lo recreativo. Estaremos así en presencia de potenciales lectores que necesitarán de la lectura diaria para su subsistencia.
"La lectura no da plata, no da prestigio, no es canjeable…es una manera de vivir, y los que de esa manera vivimos querríamos inculcarla en el niño y contagiarla al prójimo, como buenos viciosos… Por ese hábito perdimos trenes, empleos, novios, concursos, status, ascensos y días de sol" (María Elena Walsh).

Se expone a continuación una serie de estrategias y se invita a las familias a ponerlas en práctica. Se piensa que a través de ellas no sólo se logrará introducir a los niños al maravilloso mundo de la lectura, sino a
  • Comprender lo que lee.
  • Percibir que la lectura es un placer.
  • Poder comunicarse a través del lenguaje oral, enriqueciendo su vocabulario.
  • Fomentar el diálogo.
  • Expresar con soltura sus ideas por escrito.
  • Favorecer la imaginación y la creatividad.
  • Fortalecer las relaciones intergeneracionales: entre niños y padres o entre niños y abuelos.
  • Enseñar a pensar.
  • Formar una actitud crítica.

Antes de los seis años:

Narración oral de cuentos.
Leer un cuento, una noticia, una anécdota.
Inventar oralmente cuentos y hacerlo participar.
Relatar las veces que solicite el mismo cuento. Esto lo divierte.
Leer libros con ilustraciones.
Decir poesías, trabalenguas, adivinanzas.
Compartir canciones.

Después de los seis años:

Narración oral de cuentos. Insinuar que pueden encontrar esa historia y otras en los libros.
Inventar oralmente cuentos y hacerlo participar.
Lectura compartida de un cuento, una noticia, una anécdota.
Dar para leer libros que despierten el interés de leerlos. Si desconoce qué puede ofrecerles, consulte a la bibliotecaria o a la maestra que podrán orientarlo.
Dejar elegir las lecturas.
Escucharlos cuando leen en voz alta y estimularlos.
Realizar visitas periódicas a la biblioteca. Extraer un libro y leer algún pasaje.
Inventar oralmente cuentos y hacerlo participar.
Leer previamente un cuento o libro y comentar algún suceso que despierte el interés de abordar el libro.
Leer por separado un artículo, un cuento, una novela, una historieta y luego hacer el comentario.
Acompañarlo a ferias de libros donde pueda tomar contacto directo con ellos. Es importante que toque los libros, que mire las tapas, que lea los títulos.
No imponga lecturas. La lectura no es un castigo.

Se invita a algún miembro de la familia a poner en práctica estas estrategias que no sólo servirán para lograr un feliz acercamiento a los libros, sino que el tiempo compartido fortalecerá las relaciones familiares.

Creemos que el gusto por la lectura no se adquiere por necesidad u obligación. Tanto la familia como la escuela deben despertar la necesidad y hacer que el placer dure.

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